La música en general evoca sensaciones
mitológicas. Explora abismos y transgrede cuerpos en la provocación más pura.
Pero sobre todo funda comunidades, pues al margen del lenguaje verbal,
cohesiona en su fluidez los afectos y contagia emotividad ilimitada. La música
ayuda a soportar la paradoja del milagro y de la maldición que representa la
fuerza vital humana arrojada al tiempo y a la muerte.
La vida en todo caso es digna de
celebrarse y sea lo que sea será, siempre que el destino se libere de la
ceguera fatal que lo anula. La música arrebata el espíritu y lo suspende en el tiempo.
En efecto, es clara en la música la transfiguración de la angustia en delicia,
de la ansiedad en sopor confortable, de la cotidianidad en sorpresa.
Pero hay una singularidad mayor aun
cuando se trata de música electrónica: O fallas o das en el blanco. En el juego
armónico, progresivo y constante de una
producción de música electrónica es necesario que una racionalidad corroída se
entregue por completo a esa sensorial seducción que sacraliza el cuerpo, y en
el ritmo, lo hace bailar. Se trata de abrir el individuo egoísta y mezquino a
la otredad impredecible e intempestiva. Eso es esencial en la música si no es
así todo ha fallado.
Gabriel Giraldo y Alfredo Ruíz lo han
logrado, han lanzado sus composiciones como un dardo que entra justo en el oído
y hace mover todos los huesos. La profundidad de sus melodías envolventes se
traduce en libertad y soberanía, una experiencia que solo algunos atentos
podrán captar, pero cualquiera podrá disfrutar. Se trata del Emanar 001 - Reflejos de Arma, reflejos del Oriente Antioqueño y de una cultura
amada y odiada que se fortalece y resiste sin traicionar sus cimientos. Este es
un gran aporte para la música electrónica local y el inicio de un sendero
alternativo a la banalidad de la industria músical actual. Con obras así es
posible pensar que seguimos dando pasos hacia nuestra independencia.
Los ocho tracks que componen este
álbum son burbujas llenas de imágenes maravillosas fruto del esfuerzo de varios
años. No hay género, sino sentimiento audaz. Hemos aprendido a ser más sólidos
y contundentes sin ser invasivos, pero ante
todo fieles a lo autóctono. Hemos creado nuestro propio espacio, gozamos del
privilegio de una música salvífica, de cadencias que nos unen en las diferencias
y nos permiten crecer y creer en nuestra radical alteridad. Somos otros, somos
únicos. Tenemos aquí algo hermoso, exuberante y nuestro. Gabriel G aporta
cuatro piezas excelsas, con un golpe encantador de principio a fin que inauguran
un nuevo camino y plasman una cosmovisión transparente conjurando aromas y
brisas para darle un ritmo sofisticado al ser, música esencial. Por su parte,
Sir Leaks contribuye con cuatro capsulas musicales dotas de su toque personal a
través de las cuales explora las distintas tonalidades de lo humano, a la vez
que conserva una buena línea de bajo con brillos en medio de la sabrosa
densidad, música esencial.
Sin duda cada una de las canciones de Reflejos de Arma entraña un despliegue
del espíritu genuino y sus destellos apuntan a un enigma que no hay que
resolver, sino simplemente gozarlo, hay que dejarse transportar y atrapar. No
es solo música sino también una reflexión secreta lo que estos creadores nos
regalan. Al escuchar Reflejos de Arma
sea en la fiesta o en la comodidad de la habitación, sea en el bar o en el
bosque, solo cosas buenas pasaran.
Finalmente, se han abierto estas
puertas acústicas; no hay porque resistirse a este sonido secreto y luminoso
que hoy nos comparten estos buenos músicos y mejores amigos. Tal vez limpies
tus oídos y tu mente por un instante. Quizá en la oscuridad del mundo entre un
rayo de luz. Valora lo propio, puede ser lo mejor aunque no lo notes por su
cercanía. Escucha, resiste y disfruta…
Con aprecio desde las montañas de
Antioquia.
Andrés Ramírez – Abril 2016