Empecemos por el principio. Si eres músico y no tienes ni un
duro, seguramente te habrás hecho la siguiente pregunta cuando ves a cualquiera
de esas superbandas de rock tocar en el estadio de Wembley: ¿cómo diablos llega
un músico a despertar el interés de 100.000 personas? A lo mejor, tampoco
debemos irnos tan lejos. ¡Seamos localistas! Como músico español que eres,
seguramente habrás oído hablar de aquello que llaman música indie. ¿Cómo
diablos llena la sala La Riviera el último grito indie de la temporada?
Teniendo en cuenta que hay unas 678 bandas al menos igual de malas que la suya,
¿cómo carajo han sido ellos y no otros capaces de llenarla?
Está bien. Si eres músico y no tienes ni un duro,
seguramente habrás llegado tú solo a la conclusión de que los padres del
cantante deben ser banqueros, notarios o algo por el estilo. No andas muy mal
encaminado. Aunque por suerte, también hay esperanza para ti. El dinero no lo
es todo en este mundo... pero más te vale ir ahorrando, aunque sea un poco.
Esta nueva era digital está plagada de fenómenos muy
peculiares: los grupos autogestionados, el desplome de la industria
tradicional, la desaparición del soporte físico, la digitalización de la
información, el desarrollo de nuevos canales de comunicación a través de Internet…
Todos ellos parecen haber destruido los filtros tradicionales entre artistas y
público. A grandes rasgos, podríamos decir que los intermediarios han dejado de
ser necesarios gracias a las nuevas tecnologías. ¡Bienvenidos al paraíso de la
red! ¡Sin discográficas! ¡Sin managers! ¡Sin agencias de promoción! ¡Sin
marketing! ¡Sin estudios de grabación!
Tenemos buenas y malas noticias: eso no es verdad.
En estas primeras décadas del siglo XXI, las cosas están
cambiando drásticamente. Esto, evidentemente, es una obviedad del tamaño de una
catedral. Por eso, hay una serie de preguntas que cualquier artista, autor o
músico medianamente inteligente debería hacerse si realmente quiere ir en serio
en esto de la música. Si tú eres uno de ellos puedes empezar por estas:
¿Cómo se promociona la música en pleno siglo XXI?
¿Cómo funcionan los filtros entre músicos (emisor) y público
(receptor)?
¿Qué papel juegan las redes sociales en la promoción
musical?
¿Ya no son necesarios los medios de comunicación?
¿Ya no son necesarios los gabinetes de prensa?
¿Ya no es necesario el marketing?
¿Ya no es necesaria la industria?
Tradicionalmente, el negocio de la música popular ha contado
con los medios de comunicación como firme aliado para dar a conocer al público
su principal producto: las canciones. Sin embargo, son los propios adelantos
tecnológicos (que facilitaron el surgimiento de la industria discográfica en el
siglo XX) los que han situado este negocio en una crisis sin precedentes.
Aunque tampoco nos alarmemos: crisis quiere decir cambio. Y, en efecto, los
cambios son bastante evidentes:
Los costes de las grabaciones musicales se han abaratado y,
por lo tanto, la oferta de música grabada ha aumentado considerablemente.
Los hábitos de consumo cambian vertiginosamente. La
digitalización de la música ha facilitado el intercambio de archivos musicales
entre los usuarios. Los soportes físicos están quedando cada vez más
anticuados. La libre circulación de discos y canciones escapan al control de la
industria.
Las ventas de discos han descendido drásticamente en la
última década. De forma inversamente proporcional, el tráfico no-consentido de
música ha crecido de forma extraordinaria.
El tejido industrial musical no pasa por su mejor momento.
El sector discográfico ha sido ajusticiado por los cambios de hábitos de
consumo, y muchos de los que se dedicaban a este negocio han pasado
directamente a la cola del paro. Como todos, vaya. Mientras tanto, el sector de
la música en vivo, el único que parecía salir fortalecido de todo esto, está
siendo sacudido por la actual crisis económica.
En consecuencia, la autoproducción, autoedición y
autogestión están a la orden del día. Las distintas áreas del negocio musical
(management, producción, promoción, etc.) se concentran cada vez más en
empresas todoterreno.
Existe una democratización que hace que sea mucho más
sencillo acceder a la cultura y a la información. Por otra parte, existe una
desprofesionalización creciente en el sector y una saturación de información
que podrá despistar y agobiar a más de un talento prometedor. Son dos caras de
una misma moneda.
La cantera y los circuitos locales de música en vivo corren
peligro de extinción (esto último no se lo agradezcas a la era digital;
agradéceselo a nuestros queridos ayuntamientos y a los famosos vecinos
molestos).
No es nuestra intención ponernos alarmistas en este primer
artículo. Simplemente queremos poner algunas realidades encima de la mesa.
Pero, como hemos dicho, estamos, ante todo, en una época de cambios. ¿Y quién
dijo que los cambios son siempre a peor? La era digital nos trae muy buenas
noticias bajo el brazo. Una de las principales ventajas es que la demanda
musical por parte del público es cada vez mayor. Estamos en la era de la
hipercomunicación, y la música es ante todo comunicación.
Como decía William Blake, del agua estancada solo se puede
esperar veneno. Por eso la industria musical tiene tantos charcos envenenados y
por eso le está costando tanto limpiarlos. Llevamos demasiado tiempo
discutiendo quién es el culpable, ¿la piratería o la ineptitud de ese ente
abstracto al que llamamos industria? Va siendo hora de empezar a buscar
soluciones. Tú, que eres músico y por tanto formas parte de la industria
musical (aunque no lo sepas) debes darle al coco y hacerte la siguiente
pregunta: ¿cómo canalizar esa gran demanda musical por parte del público en
beneficio de la música?
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