“Somos los Borg, bajen sus escudos y rindan sus naves.
Sumaremos sus características biológicas y tecnológicas a las nuestras. Su
cultura se adaptará para servirnos. La resistencia es inútil.” - Star Trek
¿Si será inútil? ¿Hasta que punto es ciencia ficción nuestra
realidad? ¿Donde yacen los oídos del cyborg? ¿Donde quedaron los humanos que
escuchaban "naturalmente"? ¿O acaso seguimos escuchando naturalmente?
¿Cuán lejana es realmente nuestra conexión a las herramientas sonoras que
disponemos hoy en día? ¿Hasta que punto ha trascendido la máquina sobre el creador
sonoro? ¿Nos dominan? ¿Las dominamos? ¿Somos uno con la máquina? ¿Varios?
Me atrevería a pensar que es realmente necesario buscar una
armonía en la aceptación de la máquina, en el reconocimiento del pensamiento
sobre la herramienta. Tan simple como recordar que la grabación nace de los
cyborg, de esos humanos + máquina que logran capturar los sonidos, llevar su
música a otros niveles. ¿O que sería del sonido sin la grabación? Tal vez no
estamos atados físicamente a cables, pero mentalmente y en nuestros procesos
conscientes, lo estamos, y mucho. Específicamente hablando de sonido es clara
nuestra fusión, tanto que a la hora de pensar en las herramientas máquina
utilizadas para nuestra labor creadora con el sonido, se vienen a la cabeza
tantas cosas, que terminé escribiendo un artículo al respecto.
Para Wikipedia un ciborg es "una criatura compuesta de
elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención
de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de
tecnología". ¿Os suena familiar?
No vengo a deciros que tenéis dispositivos cibernéticos
conectados al organismo como tal, ya que claramente la cibernética es una
exploración bastante profunda sobre los sistemas de control y regulación
automática o tripulada de los mismos, pero si hay algo que me ha quedado bien
claro en los últimos años: nuestra evolución implica el acople de cada vez más
tecnología a nuestras vidas, y los músicos, ingenieros, diseñadores,
compositores o artistas del sonido sabrán sin duda de que hablo. Si bien el
término cyborg se relaciona principalmente con modelos de tecnología conectada
e implantada físicamente a cuerpos orgánicos, hay quienes plantean también que
la dependencia psicologica o mental de las máquinas y dispositivos, es también
una especie de cyborg. Son sus inicios. Sus raíces. Para mi lo es, ya que por
algún lado se tiene que empezar, ¿o no? Nada surge porque si, solo existe la
expansión, y claramente es fácil divisar un desarrollo de humanos robóticos que
ha comenzado hace años con conexiones metafísicas a la máquina aparentemente
simples, pero que al momento de ser analizadas, desbordan una realidad cruda y
profunda, tanto que llega a cuestionar nuestras actividades y nos lleva a
preguntar si de verdad deseamos hacer las cosas como lo va planteando la
evolución. Esos momentos donde el artista se visualiza versus la máquina, donde
ve en esta una competencia. Es algo que no puede suceder, porque lo interesante
de las máquinas sonoras, es que se puede realmente trascender de su materialidad,
su contexto máquina, y conectarse con estas a un punto que cada uno de vosotros
sabrá. ¿O acaso nos hace realmente felices una perilla? ¿No es de verdad mágico
lo que X o Y plugin le regala a los oídos?
Me atrevería incluso a decir que muchos de los que están
leyendo este articulo, dependen de una amplia galería de desarrollos
tecnológicos que aman o están realmente atados a estos, ya que nos ayudan a
realizar todo tipo de actividades, comenzando por el ordenador en el que son
leídas mis palabras. Es fantástico ver como sin esa gran red, no estarían
entrando mis ideas a vuestros cerebros. El impacto de la tecnología es algo que
creo no alcanzamos en realidad a concebir, porque a decir verdad el simple hecho
de poder dejar unos cuantos párrafos flotando en algún lugar de la red, a la
que se puede acceder de millones de puntos en el mundo (casi un tercio de la
población mundial existe en la red), es algo que me deja por un lado anonadado
al ver el semejante poder que le hemos otorgado a la máquina, pero al mismo
tiempo me apasiona por tan solo conocer el alcance de mis palabras y poder
compartirlas de una forma tan fácil e inmediata. Y lo mismo pasa con los
sonidos que muchos creamos, grabamos, capturamos. ¿O qué sería de nuestras
capturas si no tuviéramos los métodos que hoy tenemos para realizarlas?
Actualmente casi que dependemos no solo de los sistemas de redes, sino de todo
un legado de desarrollo tecnológico, cuya evolución y trascendencia traen
radicales consecuencias sobre la experiencia sonora de la que cada quien se
sentirá creador. El hecho de poder visualizar el sonido, en formas de onda, en
frecuencias, en transitorios, gráficas tonales. El hecho de poder filtrar,
cortar, extraer, transformar, e infinitamente combinar material. El hecho de
podernos acercar a los microsonidos, o de tener la posibilidad de crear toda
una orquesta sinfónica sin nada más que una computadora, son cosas que logramos
mediante herramientas máquina, mediante una extensión de nuestras capacidades.
Un ordenador es una unidad inteligente de procesos, donde el
hombre encuentra extensiones para recibir y retornar información, que es lo
mismo que realiza en todos los procesos de su vida. Al percibir, al hablar, al
verse o escuchar. Cualquiera que sea el proceso que se realice en el universo, está científica, psicológica
y hasta espiritualmente "comprobado" que lo que realizamos al vivir
es básicamente absorber y expulsar información, energía. Filtramos cosas y
expulsamos otras como seres, como puntos de un mismo todo, y lo hacemos igual
mediante nuestra interacción con las máquinas, nuestra propia creación. Y es
eso lo que diría que ocurre quizá con la tecnología y el sonido, donde
actualmente gozamos de un sin fin de desarrollos en gran parte responsables del
amplio mundo que escuchamos o las grandes posibilidades respecto a lo que
podemos generar sonoramente. Cuando estamos creando una canción o una pieza
sonora con alguna herramienta, no estamos únicamente relacionando nuestras ideas
con las de una máquina fría. Estamos en realidad fusionando nuestra existencia
creadora con la de otros humanos. ¿O acaso las máquinas surgen solas? No, son
ideas de otros humanos, que se vieron materializadas igual a como un artista
materializa su vida, sentimientos o ideas en canciones, en sonidos. Al utilizar
una máquina para nuestras creaciones, estamos a la vez empleando una gran
cantidad de ideas de quienes estuvieron detrás de cada proceso, cada sinte,
cada efecto. Son ellos también los partícipes, los ingenieros de esa creación.
Crear desde una máquina es crear desde la evolución, desde la colectividad,
desde una hermosa unión de fuerzas creadoras. De aparatos, de sonidos, de
circuitos, de algoritmos, de energía. Pura creación multiplicada de una forma
sorprendente.
Por ejemplo, pasa algo interesante cuando uno analiza lo que
se crea en un ordenador. El espacio real de las cosas es pequeño, compacto. Un
sistema máquina conformado por estructuras perfectas, como una nueva naturaleza
concebida por el hombre. Microchips, circuitos, unidades de procesamiento,
almacenamiento, inteligencia. En una cantidad de espacio determinado se permite
almacenar un mundo virtual, y tener acceso a este. ¿No es acaso eso nuestra
existencia? La inteligencia y "naturaleza" artificial no se vuelven
tan artificiales cuando analizamos nuestro funcionamiento o cuando vemos que
estas son consecuencia del hombre, aquel animal natural que por disponer de
capacidad para desarrollar herramientas, ha logrado alcanzar nuevos territorios
de su existencia misma, en nuestro caso territorios sonoros, mediante
herramientas incontables, inagotables, extensas e infinitas.
Cabe constatar que el sonido siempre ha sido tan infinito
como nuestra existencia, siempre está cambiando. Es algo que no termina, porque
nunca comienza como tal. El universo como red de energía vibra y produce ondas
elásticas en el espacio acústico. Lo más curioso del asunto no es eso en
realidad, sino el hecho de saber que existe una conciencia sonora colectiva,
con oídos repartidos en millones de seres, esperando ser explotados por esos
mismos millones. Es el movimiento de las cosas lo que causa sonido, pero somos
los humanos quienes le damos la real magnitud a ese mundo sonoro, al
escucharlo. Son los creadores de la música, de esa la experiencia sonora que se
vuelve tan importante como los oídos mismos, porque el sonido como tal no
sabemos donde comenzó. ¿O acaso como vamos a saber de donde viene el sonido, si
ya nacemos sonando? Es como intentar explicar de donde venimos. ¿Es de verdad
necesario?
El sonido es el gran maestro, es el gran conocedor. El
sonido solo es, solo existe. Tal vez de una gran explosión, tal vez no, igual
está ahí para ser sentido, escuchado. Mientras estemos vivos en el mundo,
seguiremos sonando, incluso rodeados de silencio aparente, ya que somos cuerpos
en movimiento. Ese movimiento es vibración y esas vibraciones son sonidos. Me
recuerda la anécdota que tanto marcó a John Cage y es cuando quiso encontrar el
silencio en una cámara anecóica, donde se sorprendió bastante al escuchar sus
sistema orgánico como nunca antes lo había hecho. Logró escuchar las
frecuencias de su sistema neuronal, o sentir sonoramente la sangre recorriendo
su cuerpo. Sabiamente ante tal revelación, tan solo concluyó con decir que ya
no había que preocuparse por el futuro de la música, y no es acaso eso cierto.
Cada vez que en un blog o libro leo acerca del futuro de la música, siempre es
relacionado con las herramientas que poseemos y es realmente ilógico. Porque es
claro que existen futuros dentro del desarrollo de la herramienta como tal, ya
que al fin y al cabo son también nuevas ideas y progresos los que crean las
herramientas, pero como ya lo he dicho en artículos anteriores, creo firmemente
que la base del futuro de la música siempre ha estado depositado en los oídos
mismos. En nuestra propia conciencia, y desde trabajar esta, despertarla, es
donde está el verdadero futuro, las nuevas ideas. Hay quienes dicen que el
sonido se acaba cuando uno muere, que ahí yace el silencio, en el mismo punto
donde uno nació. Lo único claro, es que así como se desconoce y se divisa una
ausencia de esa manifestación sonora, también es alcanzable la concepción de su
infinidad, pudiendo decir que mientras permanezcamos vivos, tendremos infinito
sonido que disfrutar, si es infinita la intención que se genera desde la
conciencia. Quien sabe si algún día perdamos nuestra percepción, todo puede
pasar.
Si concebimos esa infinidad sonora, podemos pensar en esta
como el universo mismo, y la tierra como un punto de este, también infinito,
también parte del todo, pero limitado al conocer que se puede ir más lejos de
ahí. Lo que nos permite la tecnología, vendría siendo literalmente ir de un
mundo sonoro hacia otro, o viajar entre galaxias dentro de ese universo
infinito que ya se reconoció así por el hombre y su naturaleza. La tecnología
no está presente únicamente en los sintes que puedan generar nuevos sonidos.
También está presente en algo tan aparentemente simple como el hecho de poder
traducir la vibración de ciertos materiales sólidos a sonido, que es lo que
hacen los micros de contacto... Algo así como meterse en el mundo sonoro de
objetos físicos, para traducir sus vibraciones internas a nuevas perturbaciones
de ondas que se harían audibles gracias a la captura y posterior reproducción
del material. Lo mismo ocurre con los hidrófonos, los cuales pueden alcanzar
lugares que los oídos o incluso otros componentes máquina como los micrófonos
mismos, no pueden naturalmente. En general es gracias a que el hombre puede
acceder a sonido escondido. Algo así como una transformación de toda vibración,
en información audible. Ocurre con los campos electromagnéticos, las ondas de
radio, los dispositivos de comunicación. Son vibraciones invisibles, e inaudibles
desde nuestra naturaleza, pero gracias a la tecnología podemos lograr
escucharlas y capturarlas para trascender sobre ese sonido ya existente. No
gracias a nuestros oídos únicamente, sino gracias a que existe un pedazo de
máquina que al conectarse a nuestro cuerpo y mente, nos permiten dicho
resultado. Podría incluso ser tan simple como tener la posibilidad de grabar
nuestra voz, o poder registrarnos fluyendo ante una guitarra. ¿No eso acaso
mucha magia entre la máquina y el hombre? ¿No son esos los oídos de un cyborg?
Podríamos decir que la mayoría de la música y los trabajos
sonoros que se producen actualmente son dependientes de la tecnología. Tanto
oyentes como artistas creadores, son ese cyborg, ese humanoide extraño que se
fusiona con sintes, micros, altavoces, faders, plugins, auriculares,
instrumentos y cuanto bicho se encuentra en el camino que haga más y más ruido.
Son esos inicios y frutos del hombre dependiente de su parte máquina. Esos
resultados del deseo que la misma humanidad muestra por alcanzar nuevas
fronteras. En su pensamiento, en su sentir, en su desarrollo. En el sonido se
refleja todo. La música es ciencia y es arte, es sonido. Y por ello está en
todo lado, porque esta en nosotros, y al adicionar la maquina, se vuelve un
desarrollo mutuo. Descubrimos nuevos mundos sonoros gracias a esa máquina que
puede ser vista como naturaleza en toda su esencia. Gracias a esa creación del
hombre, ese desarrollo que no solo estuvo en su pensamiento, sino que cobró
vida. Las máquinas son resultados del hombre, pero también son su condena. Son
hechas para mostrarle a este lo que puede alcanzar, a la vez que le reafirman
lo dependiente que se vuelve cada vez más de algo externo a su naturaleza como
tal. Pero es donde vuelve la pregunta: ¿Hasta que punto somos la herramienta,
la herramienta es nosotros?
Cada que abrimos una aplicación de sonido, accionamos un
sinte, o incluso cuando simplemente encendemos la fuente de energía del
estudio, estamos dependiendo de máquinas, sistemas eléctricos, desarrollos
increíbles que se encadenan para formar todo tipo de cosas. El artista fue
capaz de desarrollar su pieza no solo gracias a sus ideas, sino también gracias
a que podía editar el sonido digitalmente, ya que alguien había desarrollado
previamente una aplicación capaz de hacer eso. Pero esa persona pudo crear esa
aplicación debido a que antes alguien creó un código de programación empleado
para eso, y este pudo hacerlo porque otra persona creó los ordenadores. Así
sucesivamente hasta llegar al punto inicial de nuestra evolución."Cargamos
la historia en cada instante" me decía hace poco un gran amigo, y es
precisamente lo que se refleja en este caso, donde ya los actuales exploradores
sonoros disponen de una total infinidad de posibilidades no solo para concebir
el sonido, sino para lograr llegar a muchísimos más puntos de los que se podía
llegar antes, cargando día a día la historia en cada instante. Ahora tenemos
rutas a ese ya conocido infinito y es en gran medida gracias a que estamos
conectados a nuestros desarrollos. No desde cables a nuestro cuerpo, pero si
desde la mente misma, desde los oídos. Por eso se vuelve ridículo pensar en el
futuro de la música desde las herramientas. Porque es y nace de la existencia
misma del hombre. Las herramientas son tan solo una extensión, y así se debe
conservar tal vez. Todo dependerá de la intención del creador.
Es un desarrollo que hay que aceptar, concebir, digerir,
porque o si no se sale totalmente de control. Es fácil identificar esa mitad
máquina de nosotros, porque sencillamente se ve en todo. En un marcapasos, o en
un par de auriculares, en el horno o un móvil, en los coches que utilizamos
para superar las velocidades de nuestro caminar, y hasta en las bombillas que
iluminan nuestros espacios. Hoy en día llegamos a conectarnos tanto a la
máquina, que podemos fácilmente terminar perdidos, rendidos ante esta
visualizando como nos destruye la conciencia, como nos hace sentir vacíos,
controlados, robóticos. ¿O acaso no os habéis detenido a observar a alguien que
habla por teléfono con auriculares? ¿No se ve acaso muy androide el hecho de
poder comunicarnos sin ni siquiera tener en nuestras manos el móvil? Lo que
pasa es que la evolución va tan rápido y actualmente la información es tanta y
tan veloz, que pocas veces nos detendremos a analizar el increíble proceso que
ocurre detrás de todo, pero en realidad nuestra conexión a los dispositivos y
herramientas tecnológicas es tan elevada que poco nos interesa la dependencia
que tengamos, llegando al punto de incluso nunca cuestionar el uso que le damos
a las cosas. Es ahí donde el artista se pierde, cuando confunde la herramienta
con su fuerza creadora. Lo mismo ocurre cuando nos dedicamos a grabar y crear
sonidos sin conciencia. Como tal los resultados llegan, pero ¿son estos los
deseados? ¿Son conscientes esos oídos que escuchan? ¿Son conscientes esos oídos
que usan la máquina?
Cuando el hombre crea un objeto, crea un objeto sonoro.
Cuando el objeto creado es una máquina, se crea todo un ecosistema de sonidos.
Ya no existe un unico objeto que al ser alterado genera un mundo de sonidos
limitado. Existen objetos con mundos sonoros cuya magnitud es tan incalculable
como la del entorno sonoro en el que habitamos. Mundos como las redes o los
ordenadores, cuentan con datos que cargan sonido, así como cargan imagenes,
relaciones, y hasta sentimientos. Desde que el Internet ha venido tomando tanta
trascendencia, vivimos conectados, superando fronteras físicas y pudiendo
escuchar más alla del mundo de nuestros instrumentos, objetos, o la naturaleza
misma, como si con tan solo tener acceso a la red y unos altavoces,
encontráramos un portal al sonido infinito, ese sonido de nuestro desarrollo.
Mundos industriales o virtuales, máquinas portadoras de sonidos, datos
portadores de sonidos. El entorno sonoro que puede el hombre alcanzar,
trasciende gracias a la máquina ya que no solo podemos digerir información
depositada en el mundo físico de forma directa, sino también datos digitales,
señales analógicas, y todo un sin fin de desarrollos a partir de estas, que
resultan en una completa expansión de nuestro paisaje sonoro, de nuestro
panorama aural. Cada desarrollo representa una nueva forma de escuchar. Hacer
algo tan simple como poder repetir un sonido ya es transformar completamente la
experiencia. O el hecho de controlar su pitch, ya representa todo un nuevo
mundo, donde podemos escuchar nuestro movimiento a diferentes velocidades,
descubrir nuevos tonos, nuevas alteraciones. Con el tiempo se han ido agregando
procesos a la cadena, uno tras otro, al punto de llegar a donde estamos, que es
una total revolución, donde los mundos sonoros por descubrir avanzan tan rápido
que ya las posibilidades "exceden" el mismo infinito, encontrando un
punto asombroso donde es exquisito y divertido llegar a la perfección de la
música como sentimiento, pero igual de fácil desvanecerse entre lo efímero de
la máquina, su poder, como lo comentan en el grandioso documental Press Pause
Play.
Tal vez todo esto sea muy normal y yo sea un lunático que no
tiene idea de lo que dice. Eso es cierto, pero tal vez todo esto sea de verdad
algo bastante extenso y profundo, por tanto tal vez si vale la pena detenernos
a analizar, a tomar conciencia sobre nuestros oídos y herramientas. En mi caso,
al ver una imagen o un video en un computador, siempre siento eso, que estoy
percibiendo una imagen o un video. Aunque puedo quedarme observando de una
forma tal que encuentre muchas cosas en esos elementos, la experiencia nunca es
la misma a estar en el lugar real donde fue capturada la imagen o el video. Con
los sonidos siento que ocurre algo más especial, ya que en la red se transmiten
muy precisos, muy exactos. Tan hermoso como pensar que literalmente nacen
sonidos en ordenadores, que viajan entre ordenadores, llegando a más ordenadores,
donde da la casualidad de haber un par de altavoces y poder llegar a los oídos.
De hecho muchas veces las canciones ni siquiera salen del ordenador pero
alcanzan a ser escuchadas por grandes cantidades de personas.
A fin de cuentas todo se trata de trascender de la mente
sonora a la misma mente sonora, entre una cadena de aparatos, redes y mundos
virtuales abrumadora. Cabe comentar que con los sonidos la experiencia de
captura no es como tal la vivencia sonora, pero de ambas se pueden aprender
cantidades. Ese sonido natural, y ese sonido capturado de lo natural. Ambos
suenan, ambos existen, ya son, es armonía real. Aunque las capturas sean
representaciones de la realidad, son formas de realidad misma, capaces de
estimularnos, contarnos historias, hacernos sentir. Lo interesante es que el
sonido natural o capturado igual sigue dando muchas nociones de esa
experiencia, en muchos términos, en parte superando la trascendencia que algo
visual puede lograr desde el ordenador. Desde la noción de espacio que brinda,
hasta lo exótico que pueden ser los sonidos presentes, la variedad, el flujo
dinámico en nuestra memoria. Tambien carga significados y activa nuestro
lenguaje, nuestro pensar. Tambien nos permite sentir el movimiento, el mundo
físico o metafísico. La experiencia sonora nos recuerda la vida, nos recuerda
la ausencia de silencio, nos recuerda que estamos y no estamos, que creamos la
realidad, que existimos y por tanto vibramos, por tanto sonamos, otros suenan,
y hasta escuchamos. Por eso al tener mundos sonoros en auriculares o altavoces,
siendo reproducidos o ensamblados en computadoras, nos sentimos igualmente
atraídos por el sonido. Como si pudiéramos expandir el territorio sonoro a
partir de la máquina y lograr un nuevo aislamiento con esta.
Básicamente si no existiera la tecnología, mis creaciones
sonoras no podrían ser reproducidas. No tendría maquinas para grabar, generar o
procesar el material. No habría dispositivos donde grabar las cosas, donde
registrar las creaciones sonoras. El mundo seria lo que podamos perturbar, y
solo nos basaríamos tal vez en la exploración del espacio acústico, de la
vibración fisica de los cuerpos y objetos. Pero no es así. Tuvimos nuestro
cuerpo, nuestra voz, pasamos a las herramientas e instrumentos y terminamos con
la totalidad de lo que podemos escuchar. No bastó con el tambor, la guitarra, o
el piano. Quisimos más, como quisimos tantas otras cosas por la tecnología, por
desarrollarnos desde nuestra explicación de la existencia. Así creamos no solo
nuevas obras artísticas, sino también la ciencia, el hardware, y el software.
Ecosistemas autómatas. Códigos de programación, virtualidad. Mediante esos
mundos logramos acceder a la información rápidamente. Con tanto solo tener
acceso a Google, una persona puede aprender cuales son las aplicaciones
necesarias para trabajar con sonido en el ordenador. Puede saber tambien como
funciona la física, puede aprender matemática, filosofía. Puede aprender a
desarrollar creaciones, encontrar religiones y hasta perderse en su vacíos.
El internet es un mundo en sí mismo, donde yace una gran
cantidad de información aparentemente inagotable, lo que me lleva a pensar que
cada vez más cosas de nuestra vida permanecerán relacionadas desde esos mundos,
desde esa virtualidad donde la red se vuelve un aliado de la conciencia y vida
de cada persona. En los tiempos que vivimos, para aprender a trabajar con el
sonido o la música no es necesario salir a la academia, o tener un maestro
diferente a nuestros oídos. Tan solo basta con su criterio y el deseo de
explorar los pensamientos de otros, para lograr interpretaciones de uno,
relacionándonos como un todo, donde lo del otro es tan de uno como uno del
otro. Ocurre al leer un libro digital, o un post en un blog. Ocurre al escuchar
una canción que llegó facilmente a uno gracias a Internet. Ocurre al digerir
datos, al vivir desde ese mundo virtual experiencias reales. Antes había que
salir a las bibliotecas, o recurrir a las instituciones educativas. Las
herramientas y teorias estaban en lugares específicos, cerrados. Ahora no
vivimos ahi. Estamos en la red, en el ecosistema madre de nuestra vida modera.
Aquel inmenso mundo virtual, dependiente de la energía eléctrica que el mismo
hombre desarrolla sobre la tierra. Las máquinas son tan dependientes de nosotros
como nosotros de ellas porque lo que concebimos, realizamos, y desarrollamos
hoy por hoy es gracias a una relación estable con estas. Es gracias a la
unificación de la dualidad del cyborg. Gracias a que nos hemos acercado al
mundo de una forma diferente, no solo porque desarrollamos nuevos elementos
para estimular nuestra sensibilidad sino tambien porque somos capaces de crear
una ciencia y tecnología que funcionan como puentes hacia otros niveles de
percepción, por así decirlo. Nos permiten acceder a otros puntos de la
información. A frecuencias que no pueden escuchar nuestros oídos, a imagenes
que nuestros ojos no pueden capturar, a momentos y objetos que en el mundo
natural no pueden ser creados o percibidos. El mundo virtual es una extensión
de lo que tenemos, es tan real como lo demás, y es el paso crucial a volvernos
cyborg. Ya no son los humanos los creadores, son los humanos y sus
"sirvientes" máquinas los responsables de gran parte de la realidad.
Otro ejemplo con sonido es por ejemplo el caso de la
síntesis de modelado físico, donde al analizar e "identificar" los
parámetros determinados que tiene un instrumento para producir vibraciones,
incluyendo desde su material hasta la forma como es accionado, o los tipos de
elementos conforman su estructura, se puede calcular una irrealidad de las
cosas. Dentro de nuestro mundo un tambor está conformado básicamente por un
cilindro y una membrana resonante. Dependiendo donde sea activado, y según el
objeto que se utilice para dicha perturbación, el instrumento entregará un
sonido determinado. Las posibilidades de ese concepto y ese funcionamiento de
los materiales, concebida dentro del mundo palpable, desde un tambor no
virtual, aunque conserva una "esencia", tiene cierta limitación,
según la madera que se utilice, las características de la membrana, la
estructura del sistema, etc; pero dentro de los ordenadores todo es números,
todo se reduce a funciones matemáticas, algoritmos, concebidos y creados por el
hombre desde cero, y limitados únicamente ante el alcance que posea el hombre.
Por ello, un sinte de modelado fisico no representa solo la posibilidad de
simular el evento real, sino además trascender sobre este. Siguiendo el ejemplo
sería la posibilidad de crear tambores con características que dentro del mundo
no virtual serian irreales, pero dentro del mundo virtual lo son, y esto lleva
a crear nuevos sonidos, que desde una perspectiva, vendrían a ser extensiones
de ese rango de instrumentos de percusión a donde pertence el tambor. El hombre
descubrió el tambor y posteriormente lo estudió para recrearlo dentro de su
mundo virtual, logrando no solo una gran aproximación a este, sino la
posibilidad de desarrollar algo más allá. Ocurre con pianos, cuerdas, y hasta
ocurre con los espacios, simulados desde procesadores digitales basados en
psicoacústica, o logrados mediante la recreación máquina del eco y la
reverberación.
Ocurre igual y radicalmente con la grabación de campo, ya
que esta disciplina, aunque se basa principalmente en los oídos, necesita
estrictamente de la máquina para ser concebida totalmente. Sino, no sería
grabación, solo "escucha de campo". Grabar nos permite acercarnos a
otros puntos, repetir, analizar de múltiples formas un entorno, transformarlo.
Hablar con este, pensarlo desde diferentes actitudes, sentirlo de infinitas
maneras y hasta obsesionarnos con la representación misma de la realidad. Y no
solo gracias a que nacimos y escuchamos ya que esa es la experiencia sonora del
humano. Ahora es gracias a que nacimos, escuchamos, desarrollamos máquinas,
ciencia y tecnología, para expandir el mundo sonoro, ya no solo creado por el
humano primitivo y para este, sino creado el cyborg, aquel humano que tiene
máquinas que suenan, máquinas que reproducen, máquinas que alteran y cargan la
información de nuestras vidas. El humano máquina, el "nuevo" ser
tecnológico. Al que ya no le cabe el moderno, ni el post-moderno. Aquel humano
que se clona, que muchas veces vive según sus dispositivos y depende de estos
incluso para algo tan natural y puro como lo es el sonido.
En el 37 Cage ya planteaba que el hombre iba a poder ser
capaz de acceder a todos los ritmos existentes entre las cosas y desde hace
años esto ya se logra, como lo menciona Curtis Roads en microsound. Allí, se
habla precisamente de ese acceso a lo que existe dentro de cada sonido, un
acercamiento profundo a los micro eventos que forman el segundo, a la capacidad
más diminuta de lo que podemos lograr escuchar en términos de tiempo, y
obviamente dentro de el dominio de la frecuencia. Gracias a tecnologías como el
procesamiento granular el mundo sonoro que disponemos cambia radicalmente, ya
que se vuelve un entorno de concepción atómica, donde literalmente podemos
generar silencio y ubicar desde la más mínima reproducción de sonido, hasta el
estruendo más radical, en diferentes escalas de nuestra percepción temporal. Es
como hablar de física clásica y trascender a la física cuántica, donde a partir
de esa apreciación subatómica de la existencia, nos damos cuenta de la realidad
que poseemos, o en otras palabras: la ilusión que creamos de realidad.
En el mundo, en nuestro cuerpo, y hasta en nuestros
instrumentos o consolas, no existe el silencio como tal, aunque si es empleado
desde la mente, desde la notación o el lenguaje. Dentro del ordenador el
silencio es una realidad total. Dentro de la virtualidad si existe la
posibilidad de encontrar total ausencia de sonido, porque los datos pueden
hacerlo, como si crearan un nuevo tipo de silencio, por así decirlo. En un DAW
son muchísimas las cosas que se pueden hacer hoy por hoy. Para nadie es mentira
la inmensa cantidad de opciones en cuanto a instrumentos, plugins y hasta
aplicaciones móviles. La duda que me queda de todo esto es ¿Hasta que punto se
puede expandir nuestro paisaje y entorno sonoro? ¿Qué ocurriría si todas las
personas por ejemplo, usaran grabadoras y auriculares, en vez de únicamente sus
oídos? Quienes se dedican a la grabación de campo sabrán que la grabadora o el
micro se vuelve una extensión bastante curiosa en uno. Accede a lugares que el
oído no puede, se dirige de una forma especifica, es capaz de capturar rangos
de frecuencias mas allá de lo que el oído es capaz, son dispositivos bastante
radicales sobre nuestra experiencia en el mundo. Son clonados, se pueden
multiplicar y vender. Se pueden combinar. Los micrófonos no son otra cosa que
una extensión máquina de nuestro puente sensorial auditivo. Un sintetizador
podría considerarse como una especie de fuente de vida sonora, al igual que un
sampler o hasta un plugin. Incluso disponemos de algoritmos y entornos de
programación que nos permiten no solo personalizar las maquinas que usamos sino
incluso definir sistemas inteligentes de creación sonora y musical, como ocurre
con la música generativa o algorítmica.
El otro día hablaba con un colega que produce música
electrónica y comentábamos sobre nuestra dependencia de la máquina y lo efímero
que se vuelve un trabajo al concebirlo sin el aparato (no se podría crear,
reproducir e incluso distribuir), y el me decía: "dependemos de ellas,
pero el amor por la música es tal, que no importa". Por eso mismo creo que
desde este vago artículo que os transmito desde una máquina misma, es posible
recordar que tal vez no dejaremos de depender porque estamos emocionalmente
atados a la tecnología. Muchos de nosotros amamos el sonido. Encontramos en
este una pasión tal, que no dudamos al volvernos ese cyborg, ese humano que ya
ha comenzado a fusionarse con la máquina, ya que lo que vive está no solo
regulado por el hombre. Está regulado por el hombre y las herramientas a las
que le ha dado una importancia radical en su desarrollo y procesos diarios.
Ante todo pienso que no se trata de ir para atrás, de
rechazar las nuevas tecnologías o de limitarnos a usar cosas que no queramos.
En realidad la invitación va por el lado de siempre, de hacernos conscientes de
lo que está ocurriendo y conocer nuestros alcances y dependencias, para así
buscar de alguna forma controlar lo que entregamos y recibimos de la
tecnología, desde lo que respecta nuestra vida, hasta nuestro arte, música, o
como queramos llamar a la expresión sonora que surge en este inmenso mundo del
sonido tecnológico. Es siempre lo que más se rescata de las máquinas, que nos
enseñan también a vivir y a conocernos a nosotros mismos y de paso reconocernos
como ese animal pensante capaz de regir el curso de su camino. El paso cyborg
es inminente y seguramente positivo para muchos, pero pienso que es necesario
identificar la relación y día a día evaluar no cómo el mundo evoluciona, sino
como nuestra conciencia se desarrolla dentro de este. Es como buscar la
dualidad que tiende a existir dentro de nosotros mismos. Es lograr la
unificación. Simplemente se trata de recordarnos cada uno como un ser capaz de
escuchar, y reconocer la interacción con nuevos mundos generados por el mismo
hombre. Mundos en todos los sentidos. Creados por la ciencia, por la
tecnología. Máquinas, lenguajes, sistemas, vías, normas, estructuras, leyes,
definiciones, descubrimientos, historia. Eso es lo que cargamos. Es lo que
creamos. Es hasta donde hemos llegado al escuchar. El sonido en sí tal vez
nunca lo calcularemos, nunca sabremos donde está, qué es, donde se esconde. Es
simplemente algo que está ahí y tenemos el regalo de poderlo escuchar. Cyborgs
o humanos, a fin de cuentas lo único que seguimos haciendo es encontrar nuevas
formas de alterar nuestra percepción y nuestro aprovechamiento del espacio.
El nacimiento de un humano es el nacimiento de un artista.
Somos seres creadores innatos. Eso de que existen unos más creativos que otros,
o que hay ciertos seres humanos no-creativos es algo más impuesto en la
sociedad que una realidad como tal. Somos creadores por el simple hecho de
percibirnos y constatar que existimos en un punto del universo. Somos creadores
al hablar, somos creadores al mirar, o escuchar. Es por eso que la naturaleza
es nuestro lienzo. Las formas que esta produce, incluyendo los demás humanos
son el campo del artista, y sus herramientas son solo la forma que este tiene
de alcanzar nuevos rumbos. Podríamos incluso decir que el humano cyborg no es
como tal un cyborg, sino tan solo un humano con "superpoderes"
surgidos desde su misma naturaleza. La máquina está compuesta de material
artificial, pero puede ser considerada tan natural como nosotros mismos ya que
es basicamente una creación de nosotros, una extension del humano para pensar
hacia otros limites, observar hacia otros limites y escuchar hacia otros
limites. La tecnologia evoluciona para brindarnos más posibilidades, y a su vez
nos va quitando parte del trabajo, va haciendo cosas por nosotros. El punto
clave no es otro que mantener de forma balanceada el supuesto control sobre esta.
No discriminarla ni rechazarla, pero a la vez cuidar que esta no nos domine y
dejemos de ser los operarios a convertirnos en los operados, la máquina artista
que usa al humano máquina para que la opere y así poder crear. La única forma
de conocer verdaderamente la máquina es aceptándola como parte de la
naturaleza, y si ante todo esto se tiene conciencia primero sobre la
naturaleza, no habrá máquina que ejerza una posición negativa sobre nuestra
labor creadora de sonido. Es tan sencillo como buscar enamorarse primero de los
oídos, entenderlos conscientemente, y luego ir a enamorarse de máquinas y
algoritmos. Oídos conscientes serán operarios conscientes de máquinas que
logren mantener una intima y respetuosa relación en pro del arte.
Muchos definen la tecnologia como las herramientas
desarrolladas para crear lo que imaginamos, para llevar al mundo material lo
que en nuestra mente tenemos. Si vamos al caso de la tecnología en la musica y
el sonido nos damos cuenta que los desarrollos lo único que hacen es
enrtegarnos más y más posibilidades, pero basicamente esas posibilidades tienen
que surgir también como intención desde el creador, el artista. Lo interesante
de las maquinas es que nos muestran muchas veces posibilidades que aún no nos
habíamos imaginado, lo cual nos lleva siempre a plantear nuevos limites y a
encontrar un alcance diferente en lo que hacemos, como creando nosotros mismos
a partir de nosotros mismos. Sin embargo, es un tanto complicado mantenerse al
margen del equilibrio, más cuando los humanos tendemos a desear la ruta fácil
de las cosas. Esto hace que se masifique un uso "poco profundo" de la
tecnología, y que gracias a los increíbles resultados que la maquina ya obtiene
por defecto, se genere una nueva ola de artistas, que tal vez no hayan sentido
un llamado interior profundo a crear su arte, pero que igual son humanos con
capacidades de crear, disponen de maquinas que les imponen limites fáciles de
vencer y permiten dejar a los seres en una ilusión, en esa especie de mentira
de creerse controladores del dispositivo, cuando en realidad nos estaríamos
volviendo esclavos de este, o desde la perspectiva del ordenador, seriamos
nosotros sus maquinas y lo que debe esta controlar es nuestra cabeza. Como dice
este comercial de IBM: "las máquinas deben hacer el trabajo, el hombre
debe hacer el pensamiento".
La tecnologia no parará, por eso si queremos seguir ante su
evolución realmente debemos aceptar la máquina y buscar en nuestra conciencia
su aceptación. Esto no se logra simplemente ingresando la maquina en nuestras
vidas, sino siendo conscientes de lo que mas podamos en esa interacción que
surge, además de no desviarnos en lo que verdaderamente es importante. De hecho
es tan real lo que ocurre, que hoy por hoy, en tiempos donde el audio digital
aporta una fidelidad realmente sorprendente y está lleno de opciones, aún se
crean larguísimas discusiones acerca de cual DAW es mejor, acerca de cual
plugin procesa mejor, acerca de cual motor de sonido o cual grabadora dispone
de la calidad más asombrosa. Muchas
veces ni siquiera es requerida una calidad "más asombrosa" y aún así
nos perdemos en ella. Es tan sencillo como entender que el simple hecho de
poder grabar, en lo que sea y como sea, ya es de las cosas más trascendentales
que le puede pasar a un músico o creador de sonido, aún más cuando en los
tiempos actuales las interfaces abundan, los métodos no cesan de evolucionar, y
los recursos necesarios para lograr maravillosas experiencias cada día son
mucho menos.
Aún cuando sabemos que lo que tenemos es muchas veces más
que necesario, la lista de plugins no para de aumentar, no dejamos de tentarnos
ante el demo de una nueva aplicación o evitamos lo que surge en nuestro
estómago con el anuncio de un nuevo aparato. En general nuestra sed de sonido
no cesa, por lo que control es lo único que necesitaremos. Hay procesos que
podemos hacerlos más rápidos gracias a un software, y seguramente solo nos
beneficiará, pero hay otros procesos que cada quien conocerá en su flujo de
trabajo, que muchas veces son mas dictados por la máquina que por uno mismo.
Esos momentos donde caemos en la tentación de ir de afán a donde queremos,
pueden terminar afectando radicalmente lo que podríamos en realidad desear para
nuestra obra, y aunque al final del día siempre dará un resultado, se convierte
en parte engañoso y en parte un camino creativo interesante, cuyo verdadero
valor solo dependerá de cada quien. Por eso con tan solo buscar ser conscientes
de la herramienta tendremos para seguir viajando en este infinito universo de
sonidos, que tantas cosas nos ha regalado y seguramente seguirá haciendo. Todo
sea por una convivencia cyborg más inteligente porque sin conciencia sobre lo
que hacemos, los humanos nos volveremos tan clonados como la máquina misma. ¿O
ya lo somos?
C � r e � ��� riamos nosotros sus maquinas y lo que debe esta controlar es nuestra cabeza. Como dice este comercial de IBM: "las máquinas deben hacer el trabajo, el hombre debe hacer el pensamiento".
La tecnologia no parará, por eso si queremos seguir ante su evolución realmente debemos aceptar la máquina y buscar en nuestra conciencia su aceptación. Esto no se logra simplemente ingresando la maquina en nuestras vidas, sino siendo conscientes de lo que mas podamos en esa interacción que surge, además de no desviarnos en lo que verdaderamente es importante. De hecho es tan real lo que ocurre, que hoy por hoy, en tiempos donde el audio digital aporta una fidelidad realmente sorprendente y está lleno de opciones, aún se crean larguísimas discusiones acerca de cual DAW es mejor, acerca de cual plugin procesa mejor, acerca de cual motor de sonido o cual grabadora dispone de la calidad más asombrosa. Muchas veces ni siquiera es requerida una calidad "más asombrosa" y aún así nos perdemos en ella. Es tan sencillo como entender que el simple hecho de poder grabar, en lo que sea y como sea, ya es de las cosas más trascendentales que le puede pasar a un músico o creador de sonido, aún más cuando en los tiempos actuales las interfaces abundan, los métodos no cesan de evolucionar, y los recursos necesarios para lograr maravillosas experiencias cada día son mucho menos.
Aún cuando sabemos que lo que tenemos es muchas veces más que necesario, la lista de plugins no para de aumentar, no dejamos de tentarnos ante el demo de una nueva aplicación o evitamos lo que surge en nuestro estómago con el anuncio de un nuevo aparato. En general nuestra sed de sonido no cesa, por lo que control es lo único que necesitaremos. Hay procesos que podemos hacerlos más rápidos gracias a un software, y seguramente solo nos beneficiará, pero hay otros procesos que cada quien conocerá en su flujo de trabajo, que muchas veces son mas dictados por la máquina que por uno mismo. Esos momentos donde caemos en la tentación de ir de afán a donde queremos, pueden terminar afectando radicalmente lo que podríamos en realidad desear para nuestra obra, y aunque al final del día siempre dará un resultado, se convierte en parte engañoso y en parte un camino creativo interesante, cuyo verdadero valor solo dependerá de cada quien. Por eso con tan solo buscar ser conscientes de la herramienta tendremos para seguir viajando en este infinito universo de sonidos, que tantas cosas nos ha regalado y seguramente seguirá haciendo. Todo sea por una convivencia cyborg más inteligente porque sin conciencia sobre lo que hacemos, los humanos nos volveremos tan clonados como la máquina misma. ¿O ya lo somos?
Fuente: Hispasonic
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